jueves, 2 de septiembre de 2010

Nos habiamos amado tanto


El italiano Ettore Scola formó parte de aquella generación de cineastas que ganaron notoriedad como recambio de los grandes y personales autores que dominaron el panorama del cine de autor en el país del mediterráneo. Pero el suyo ha sido un cine definido por la gran tradición social y humorística que cineastas como Dino Risi o Mario Monicelli hicieron en los 50 y 60. De esa gran tradición y estilo dio cuenta con esta emblemática cinta, homenaje mayor a ese mundo de sueños y su tránsito por el convulsivo cambio de épocas. A través de la historia entrañable y ocurrente de tres amigos es que la película nos transporta por la historia de la Italia moderna y de su cine tan identificable como pocos. Extraordinaria crónica de tono nostálgico en la que el tránsito del aprendizaje, los ideales y la madurez son representación y celebración misma de sus estrellas Vittorio Gassman y Nino Manfredi en la plenitud de sus talentos y que fueron testigos de aquellas décadas de apogeo, aunque no hay que dejar de lado a los recién emergentes en ese momento Stefano Satta flores y la bella Stefania Sandrelli, que resultan tan inolvidables como el par de monstruos. Inspirado como muy pocas veces antes y después, Scola nos transporta por un viaje de conocimiento y transformación tan fascinante como las más exigentes cintas de Visconti y Bertolucci de aquellos años sólo que más divertido.Gianni, Antonio y Nicola son los tres camaradas protagonistas de esta historia. Un encuentro en tiempo presente será el raudo y desconcertante momento (como preparándonos para una película de ritmo incesante) a partir del cual conoceremos sus particulares historias desde los agitados días de la Segunda Guerra, pasando por sus encuentros y desencuentros a través de los años. Son personajes delineados como representantes cada cual de un segmento de la sociedad. Gianni es el abogado, profesional pujante y arribista, Antonio es el despreocupado, sencillo y bonachón; y Nicola será el intelectual fiel a las causas e ideales, inconforme y disgustado (convertido por añadidura y afición en crítico de cine). Tal diferencia dejará de ser tal con la aparición angelical de la bella Luciana. Este tránsito vital le sirve a Scola para crear un notable ejercicio del género que más le fascina, a la vez que simbolizar la rápida y desmedida transformación de su país. Pocas películas tan conscientes de los códigos en los que se asienta su estilo pero que a la vez los consigue plasmar en toda su esencia y con una lucidez sorprendente.

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