lunes, 15 de agosto de 2011

Lluvia de votos. Por Martín Granovsky


Cristina Fernández de Kirchner obtuvo ayer una diferencia tan amplia y las fuerzas de oposición quedaron tan fragmentadas que será difícil considerar las primarias simplemente como una gran encuesta. Fueron una elección anticipada que, salvo una hecatombe en el medio, hoy parece irreversible de aquí al 23 de octubre. El alto nivel de asistencia, superior al 70 por ciento, como el de un comicio presidencial de los más participativos, les da aún más fuerza a los resultados.

Al revés de lo ocurrido en la elección de la Capital Federal, donde dos candidatos obtuvieron en primera vuelta más del 70 por ciento de los votos, ayer no hubo polarización. Al contrario de las realizadas en Santa Fe, donde Antonio Bonfatti ganó por poco más del tres por ciento, la fórmula CFK-Amado Boudou obtuvo a nivel nacional casi lo mismo que la suma del segundo, el tercero, el cuarto y el quinto (Alberto Rodríguez Saá). La diferencia entre primero y segundo fue mayor que la de José Manuel de la Sota sobre Luis Juez. Más aún: Cristina ganó ayer en la Capital (Mauricio Macri no dijo a quién votaría), en Córdoba (el Partido Justicialista cordobés recomendó votar por Cristina, por Rodríguez Saá o por Eduardo Duhalde) y en Santa Fe, nada menos que el territorio de Hermes Binner.

De paso, otra vez quedó probado que los grandes medios de comunicación influyen igual o más que un partido político o un grupo económico tradicional, pero no determinan un resultado. Ya había ocurrido lo mismo en las elecciones de Brasil, Perú, Bolivia y Uruguay.

Con resultados positivos en todo el país salvo en San Luis, la diferencia de más de 40 puntos en la provincia de Buenos Aires a favor del oficialismo terminó de inclinar la balanza nacional, fue clave en convertir la encuesta en elección anticipada y consagró un tándem. Así como la primera figura, Cristina Kirchner, se apoya en el voto bonaerense y la popularidad de la segunda figura, Daniel Scioli, el gobernador bonaerense depende del peso de la Presidenta. Este fue y será el marco de las tensiones de aquí al 2015. En todo caso, como suele ocurrir en democracia, la pelea será por cambiar las proporciones y nadie cortará la rama de manera autodestructiva.

Tanto Cristina como Scioli cultivaron ayer su perfil, que reforzarán de aquí al 23.

En el Hotel Intercontinental, el mismo lugar donde en el 2009 el kirchnerismo sufrió el golpe de la derrota legislativa en la provincia de Buenos Aires, cuando Francisco de Narváez mordió los votos peronistas del segundo cordón del conurbano, la Presidenta invocó a Néstor Kirchner y, esta vez con su hija Florencia al lado, felicitó a los votantes “sin distinciones” mientras buscaba dejar en claro estos puntos:

- Las primarias son “una forma de ampliar la democracia y profundizar el cambio”.

- La asistencia similar a la de una elección regular revela, dijo, “un grado de madurez importante de la sociedad argentina”.

- Saludó a “todas las otras fuerzas políticas, en todos los partidos, en todas las provincias, porque también contribuyeron a la ampliación de la democracia”.

- “No esperen de mí en esta noche maravillosa ninguna palabra que agravie, que menoscabe”, advirtió.

- “Por la ley de medios y la reforma política todos los partidos pudieron acceder democráticamente por primera vez desde 1983 a los medios audiovisuales”, dijo. “Hasta esta elección sólo podían acceder a la gran difusión publicitaria los que tenían el dinero para hacerlo.”

- “Es central construir la autonomía de la política respecto del poder económico.”

- “No sólo la democracia política, sino también la democracia económica son grandes constructoras de igualdad.”

- “No hay nada que agradecer, porque no es una concesión graciosa sino una obligación.”

- “Pido más humildad que nunca. Más trabajo que nunca. Como dijo Amado (Boudou) en el Coliseo, también para lo que queda por hacer. Por eso quiero hacer una convocatoria a los argentinos y todas las fuerzas políticas. El mundo es un tembladeral. La dirigencia debe tener la sapiencia de seguir construyendo los instrumentos que permitieron sobrellevar con éxito el desastre del 2008, la crisis del 2009 y estar plantados en la situación de hoy. Imitemos hacia adentro lo que están haciendo los países de la Unasur. Con distintas ideas coincidieron en unirse para adoptar medidas que eviten dilapidar o destruir lo que construimos en estos años.”

- “El mundo está difícil, pero si logramos no discutir sobre las cosas que ya se han resuelto y si escuchamos lo que dice la sociedad a través de las urnas vamos a lograr equivocarnos un poco menos.”

- “En definitiva es un gran triunfo del amor y yo los quiero mucho a todos ustedes y el compromiso es trabajar cada vez más por todas las cosas que nos faltan”, cerró antes de que sonaran “Dar es dar”, de Fito Páez, y la Marcha Peronista.

Scioli apeló a las ondas de amor y paz con el Coro Kennedy entre la alegría del color naranja. Luego, como si fuera un peronista de toda la vida, armó el ritual de su discurso de triunfo. Cerca, su mujer, Karina Rabolini. Y flanqueándolo, el candidato a vicegobernador, Gabriel Mariotto, y el encargado de la descentralización Santiago Montoya, el único recaudador de impuestos popular de la Argentina. A Mariotto lo nombró en una parte del discurso, improvisado en primera persona del plural. A Cristina le prometió colaboración. Y agradeció a Néstor Kirchner, que lo llevó en la fórmula en el 2003 y lo impulsó a Buenos Aires en 2007, cuando Scioli ya estaba preparado para competir con Macri por la candidatura a jefe de Gobierno.

La táctica de Ricardo Alfonsín, quizá fuera de perfil por su alianza con De Narváez, aunque nadie sabe si no hubiera sacado aún menos votos sin esa alianza, fue sólo decir que la campaña recién empieza y que el 23 de octubre está ahí delante.

De Narváez, el candidato a gobernador bonaerense de Alfonsín, corrió por el mismo lado. Incluso propuso un debate de todos los candidatos en la Universidad Nacional de La Plata y subrayó que los dos más votados habían sido Scioli y él. A la hora en que habló, los votos escrutados en la provincia arrojaban 30 puntos en favor de Scioli para gobernador. Con esa diferencia no parece que un debate (o el debate del debate) puedan compensar la diferencia de ayer.

La meta de Eduardo Duhalde, está visto, es destronar a Ricardo Alfonsín.

“Lo vi a Ricardo Alfonsín exultante, pero vamos a ver cuando termine la elección, porque el argentino va a votar casi de manera masiva al que entre segundo”, dijo. Así estuvo por suceder en el 2003, cuando las encuestas daban ganador a Kirchner por el 70 por ciento en una segunda vuelta contra Carlos Menem. Pero Menem había sacado una ventaja del dos por ciento, no un margen largamente superior a los 30 puntos.

“A los bunkers de los partidos políticos les suelen llegar las buenas noticias”, dijo Duhalde a los periodistas. “Y yo espero que las buenas noticias lleguen cuando ustedes estén durmiendo, a las dos o tres de la mañana. En la provincia ha hecho una muy buena elección el oficialismo y lo felicito. Creo que vamos a estar en segunda vuelta a partir de octubre.” Después agregó: “Soy del peronismo de Juan Perón y de Eva Perón, que no cree en las agresiones y cree que es una revolución en sí misma la hermandad de los argentinos”. Y mencionó, sin dar datos, que había visto flamear “banderas que nada tienen que ver con la nacionalidad y de organizaciones que han sido subversivas”. Estos días, ese tipo de discurso sólo se escucha en Sudamérica en el Ministerio de Educación y el Instituto del Libro de Chile.

Binner, a quien jaqueó en Santa Fe Miguel Del Sel el 24 de julio y derrotó ayer Cristina, logró construir una fuerza de centroizquierda que bordeó el 10 por ciento de los votos a nivel nacional. Su estrategia se reveló exitosa al no aliarse con Alfonsín, algunos de cuyos votantes potenciales tal vez hayan aportado sufragios a Binner, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, y al no ceder en la negociación con Fernando “Pino” Solanas, de actuación muy pobre por el resultado de su candidata Alcira Argumedo.

Adrián Pérez apareció solo, sin Elisa Carrió al lado, para reconocer sin vueltas el pobre resultado de una Coalición Cívica que apenas pasó el 3 por ciento.

Jorge Altamira consiguió superar el piso mínimo y podrá competir en octubre.

Tres años después de la crisis de 2008 y dos después de la derrota bonaerense de 2009, una Cristina que en 2010 no sería candidata, porque el postulante oficialista era hasta su muerte, el 27 de octubre, Néstor Kirchner, quedó revalidada con una cifra aun superior al 45 por ciento que le permitió acceder a la presidencia en primera vuelta en 2007.

Su desafío ahora, hasta el 23 de octubre, es mantener la cifra de ayer o, de mínima, no bajar del registro del 2007. Eso si es que la de ayer fue, nomás, una elección adelantada.

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