Las bombas lacrimógenas se dejaron sentir temprano en Santiago. En la refriega al menos 552 estudiantes fueron detenidos en todo el país, incluyendo muchos menores de edad. También hubo decenas de heridos, entre ellos al menos veintinueve carabineros, informaron fuentes oficiales. A eso de las diez de la mañana, diversos piquetes de las fuerzas especiales de carabineros se apostaron en la principal avenida capitalina para ejecutar la tajante orden emanada del gobierno: “Los estudiantes no podrán marchar por la Alameda”. Si bien la Intendencia metropolitana no autorizó las dos manifestaciones masivas convocadas en distintos horarios por los secundarios y universitarios, fueron los “pingüinos” (estudiantes secundarios) los que calentaron la fría mañana cuando, haciendo caso omiso de lo decretado por la autoridad, fueron llegando al tradicional punto de encuentro: la plaza Italia. Pero ahí estaban los pacos, tapados con sus escudos, entre medio de los camiones hidrantes, esperando la voz principal que dijera “a reprimir”. Y así nomás fue. Los mil efectivos dispuestos por La Moneda para evitar que los jóvenes llegaran a sus alrededores lanzaron gases y persiguieron a los estudiantes por varias horas.
Nadie pasó por la Alameda, pero sí hubo casi 200 detenidos en el lugar, muchos de ellos menores de edad, heridos de consideración en ambos bandos y la desaprobación de buena parte de la ciudadanía que no dudó en comparar la acción de los policías con los tiempos más duros de la dictadura de Pinochet.
Luego del intento de marcha que los secundarios realizaron por la mañana en el centro de Santiago, desafiando a las autoridades que no permitieron la manifestación, los dirigentes estudiantiles realizaron un balance, cuestionando la labor de la fuerza pública. Una de las voceras de la Federación Metropolitana de Estudiantes Secundarios (Femes), Paloma Muñoz, confirmó las detenciones y fracturas de varios de sus compañeros.
La negativa de las autoridades a la manifestación y el respaldo otorgado a los carabineros encendió más los ánimos. El ministro secretario general de Gobierno, Andrés Chadwick, salió al cruce de las numerosas denuncias de violencia excesiva y declaró: “Carabineros ha actuado en forma absolutamente responsable y prudente, con apego a la ley y, como corresponde, en forma completamente profesional. Está actuando con su responsabilidad profesional para cuidar los derechos de todos los ciudadanos frente a un grupo de jóvenes que sabía perfectamente que las marchas no estaban autorizadas, que no correspondía hacerlas y se les ofrecieron varias alternativas, pero obcecadamente insistieron en hacerla por la Alameda”, agregó.
Mientras el olor a gas y las barricadas se disolvían en Santiago a punta de palos y golpes, en las demás regiones de Chile, especialmente en las universidades, los enfrentamientos continuaban.
Un grupo de estudiantes tomó la estación de Chilevisión durante cuarenta minutos y grabó una proclama que sería emitida hoy. Después de hacerlo los estudiantes abandonaron la estación sin que se registraran incidentes.
Según los medios locales, más de cinco mil alumnos protestaron en Valparaíso. En mayor o menor grado el cuadro se repitió en Talca, Concepción, Valdivia, Antofagasta e Iquique. Un informe preliminar del Ministerio del Interior cifró en 243 los detenidos fuera de Santiago. La jornada continuó entre rumores de que la marcha general de la tarde se suspendería; sin embargo, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Camila Vallejo, salió a aclarar el tema confirmando el llamado a manifestarse a partir de las 18.30 en plaza Italia y para las 21.00 a un cacerolazo “contra la represión”. Los estudiantes se reagruparon otra vez camino al centro neurálgico de las protestas. Pero Carabineros repitió el número. Camiones hidrantes, palos y golpes. Barricadas, piedrazas y molotov por parte de los jóvenes manifestantes.
La dirigente de la FECH declaró que “el gobierno ha tratado de separarse de nuestro pasado oscuro que muchos recuerdan, que no se quiere volver a repetir, sin embargo hoy día nos hace mucha alusión a eso, a cómo era nuestro país treinta años atrás y por más que se diga que hay una nueva forma de gobernar, parece una forma muy añeja, dictatorial, que se repite con los mismos que fueron autores y protagonistas de esos hechos de represión”, dijo calificando al centro de Santiago como en estado de sitio.
En tanto, el diario La Tercera informó que la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) dio un plazo de seis días al gobierno para responder a las demandas estudiantiles, presentes en el petitorio entregado por el movimiento estudiantil que incluye educación gratuita y fin al lucro.
Hace unos días, el gobierno de Sebastián Piñera entregó un documento donde intentó dar solución a las demandas estudiantiles. La respuesta oficial se dará hoy, pero según lo adelantado por los líderes universitarios, será rechazado.
“No nos podemos dar por notificados cuando ellos mismos, los dirigentes de la Confech, se comprometieron a dar una respuesta mañana (por hoy). No entendemos como respuesta emplazar al gobierno en la forma como lo han hecho. Al gobierno no se le emplaza de esa manera ni vamos a aceptar que se nos emplace de esa forma”, sentenció el vocero de La Moneda.
A su vez, la oposición, reunida en la Concertación, también rechazó la fuerza policial, mientras que la derecha política guardó silencio. Silencio ocasionado también por otra mala noticia para Piñera que se suma a la pésima imagen internacional que ha proyectado Chile en los últimos meses.
El Centro de Estudios Públicos (CEP) dio a conocer su influyente encuesta semestral, donde reveló que Sebastián Piñera sólo tiene un 26 por ciento de aprobación a su gestión, la cifra más baja que recibe un jefe de Estado desde que se realiza esta medición desde hace varios lustros.
Además un 53 por ciento rechaza su tarea, lo que significa un alza de 19 puntos con respecto a la encuesta anterior, correspondiente a noviembre-diciembre de 2010. Hasta ayer, Eduardo Frei era el presidente que mostraba los peores números de respaldo en este estudio de opinión, con un 28 por ciento a fines de 1999.
El golpe fue duro y fue atribuido a la crisis estudiantil, el reciente cambio de gabinete (incluido el ministro de Educación) y a promesas de campañas no cumplidas.
Además, un 25 por ciento consideró que la calidad de la educación ha mejorado, no obstante un 80 por ciento expresó su rechazo al lucro en colegios y universidades, lo que dio más fuerza a los líderes estudiantiles para levantar su voz.
Al final del día, poco antes de las 21 y en varios puntos de Santiago, comenzó el “cacerolazo”. Los más viejos lo volvieron a comparar con las protestas anónimas que a mediados de los ochenta se escuchaban contra Pinochet, para los más jóvenes es un nuevo hito en pos de lograr una educación gratuita, de calidad y equitativa para todos por igual, no sólo para los que tienen dinero.
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