miércoles, 16 de junio de 2010

Aristóteles y la crisis de la ciencia contemporánea

La pregunta “¿qué podemos conocer?”, ha podido parecer la primera y más radical de las cuestiones: aquélla a la que es preciso hallar respuesta antes de que se abra la posibilidad de cualquier planteamiento fundamentado sobre aquellos contenidos alcanzables por el hombre al conocer.
Descartes enunció, como una cuestión única, la de “qué sea el conocimiento humano, y hasta dónde se extiende”; para expresar después desdoblamiento en las referentes a “nosotros, que somos capaces de conocimiento” y a “las cosas mismas que pueden ser conocidas”
La pregunta por el conocimiento no podrá dejar de referirse, como a aquello en lo que se mueve inicial y constitutivamente, al hombre mismo como capaz de conocer y al conocimiento humano. La pregunta gnoseológica exige, como su propio presupuesto, la originaria experiencia humana del conocimiento.
Existe una necesidad de profundizar en la historia del conocimiento, no solo por historiadores sino, y sobre todo, por científicos de nuestros días. Existe en la filosofía de las ciencias una tendencia a considerar que es necesario volver la mirada hacia atrás y sumergirse en veinte siglos de la historia del pensamiento humano, y es sin duda la visión de la naturaleza de los griegos la de mayor trascendencia y muy especialmente volver a la lectura de los tratados biológicos de Aristóteles, no reconocido en toda su profundidad y en todo su alcance por los filósofos y raramente leído por biólogos. La pregunta que uno se debe hacer es: ¿porque motivo se establece esta necesidad? Es este sentido es interesante la visión de Erwin Schrödinger, que plantea dos causas básicas y manifiesta:

“creo, dos las circunstancias que pueden explicar parcialmente esta acusada inclinación retrospectiva: la primera se refiere a la fase intelectual y emocional en la que en general la humanidad se halla en nuestros días; la segunda es la singular situación crítica en la que prácticamente se encuentran todas las ciencias fundamentales”

Si bien es cierto lo que postula Schrödinger, no me parece correcta la determinación de primera y segunda, si esto, como creo, esta apuntando a la importancia de cada una de ellas. Más bien me parece que la causa primera de este fenómeno es la crisis profunda, de toda índole pero especialmente ética, en la que se encuentra la ciencia en general que Schrödinger designa como segunda. Pareciera que esta crisis, y no de los últimos tiempos, sino de muchos años de reduccionismo y de razón pura, desencadeno en la primer causa de Schrödinger, segunda, según creo, que es la crisis intelectual y emocional que vive toda la humanidad. El desarrollo de la ciencia y tecnología actual refleja mucho esta crisis.
El conocimiento evoca a la razón, al orden, a lo científico y bien estructurado. La ciencia del hombre no tiene fundamento alguno que enraíce al fenómeno humano en el universo natural, ni método apto para aprehender la extrema complejidad que lo distingue de cualquier otro fenómeno natural conocido. Su estructura explicativa es aún la de la física del siglo XIX, y su ideología implícita es siempre la del Cristianismo y el Humanismo occidentales: la sobre-naturalidad del hombre.
Existen diversos conceptos o ideas sobre esta palabra ciencia, según la mayoría de los diccionarios ciencia es un conjunto coherente de conocimientos relativos a ciertas categorías de hechos, de objetos o de fenómenos, aunque muchos la definen como un conocimiento racionalizado, sistemático y desinteresado. Otros presentan la ciencia como el conocimiento racional, sistemático, exacto y verificable de un objeto de estudio. El hecho de que los fenómenos descriptos por la ciencia son verdades temporales y técnicas, podríamos decir que es considerada falible, es decir, que puede fallar, en algún momento puede ser falsa o dar una imagen engañosa de la realidad.
Con relación a lo mencionado anteriormente Russell manifiesta:

“La ciencia favorece el abandono de la verdad absoluta, y la sustitución de ella por lo que puede llamarse verdad “técnica”, categoría de verdad que corresponde a toda teoría que pueda emplearse con éxito en invenciones.”

Tanto es así, que la verdad científica es solo técnica y temporal y cada vez que se intento establecer un dogma científico, a corto o a largo plazo, este fracasa frente al hecho temporal y el reemplazo por otra verdad técnica.
La ciencia es producto del interés del hombre por entender lo que estaba sucediendo, el interés por comprender lo que estaba ocurriendo en todo su alrededor. Si nos ponemos a observar y a pensar, nos daremos cuenta que la noción de ciencia siempre nos lleva al saber contemplativo o especulativo. Sin embargo parece existir una disolución de la frontera entre el observador y lo observado.
Pareciera ser que el desarrollo moderno de algunas disciplinas básicas como la física, tan difícil de comprender incluso por los mismos físicos, ha interferido en el esquema relativamente simple de esta disciplina, estabilizadola aparentemente a fin del siglo XIX. Esta intrusión ha derribado parcialmente lo que se construyó en el siglo XVII, principalmente por Galileo, Huygens y Newton. Los fundamentos mismos se han visto sacudidos. No se trata de que no estemos todavía bajo la influencia de ese gran periodo. Se utilizan continuamente sus concepciones básicas, aunque en una forma en que sus autores difícilmente reconocerían, y al mismo tiempo somos conciente de haber tocado fondo.
El nacimiento de la modernidad se puede plantear desde la frase de Hegel “Dios ha muerto”, esto comienza a decirse ene el Renacimiento, en tal sentido cuando Descartes manifiesta en el Discurso del Método “pienso luego existo” o “dudo y de lo único que no puedo dudar es de mi duda” Descartes sin saberlo “mata a Dios”. Teniendo en cuenta que la problemática, muchas veces planteada entre religión y ciencia, la posibilidad de establecer un hecho del conocimiento científico sin que se este influenciado por cualquier religión es poco probable.
Un tratado de física o biología, aunque sea divulgativo, se consideraría impertinente cualquier digresión sobre implicaciones metafísicas del tema y si un científico osara introducirla, se expondría a una critica severa por casi toda la comunidad científica.
El análisis de Filosofía Griega, los aportes de esta al conocimiento de filósofos como Aristóteles, nunca antes y desde entonces, en ningún lugar del mundo, se ha establecido nada parecido a su altamente avanzado y articulado sistema del conocimiento y especulación sin la fatídica división entre religión y ciencia que nos ha turbado durante siglos y que ha llegado a hacerse insufrible en nuestros días. Entre los griegos se dio, sin duda, la más rica divergencia de opiniones, y combatieron entre si con no menos fervor que en cualquier otro lugar o periodo histórico. En la actualidad algunos autores incorporan con seguridad a los conceptos de Aristóteles al hacer un anales histórico de la complejidad biológica. Pero no había limitación en cuanto a los temas sobre los que un hombre cultivado se sentía autorizado para emitir una opinión. Se estaba todavía de acuerdo en que el verdadero problema era esencialmente uno, y que las conclusiones importantes relativas a un aspecto de éste podrían, y por regla general deberían, afectar a casi todos los demás. No se había extendido todavía la delimitación de compartimentos estancos. Por el contrario, un hombre podía ser censurado precisamente por haber cerrado los ojos a tal interconexión, como lo fueron los primeros atomistas por silenciar las implicancias éticas derivadas de la necesidad universal que propugnaban u no haber explicado como se avían originado el movimiento de los átomos y el observado en los cielos. Cuando vemos que la teoría de los sistemas es introducida en la medicina moderna sus informaciones básicas se refieren la introducción adicional de la cuarta causa que corresponde a la precedente, es la causa final de las otras, el bien, porque el bien es el fin de toda producción.
Aristóteles creó una ciencia biológica independiente despegándola de medicina. Sus enseñanzas persistieron a través de las edades oscuras, dominó el trabajo de Albertus Magnus en el siglo XIII, enriqueció las escrituras de Wotton en el siglo XVI, y guió las tendencias de Cuvier en el siglo XIX. Así la influencia directa de Aristóteles se extendió a través de un periodo de más de veinte siglos.
La miseria personal, las esperanzas enterradas, los inminentes desastres y la desconfianza respecto a las reglas de la prudencia y honestidad basta para hacer que los hombres se aferren a una vaga esperanza de que el mundo o la vida de la experiencia se inserten en un contexto de más alta significación por más que sea inescrutable. Pero hay un muro que separa dos caminos, el del corazón y el de la pura razón. Si miramos atrás a lo largo del muro nos preguntamos si es posible derribarlo o si ha estado siempre en ese lugar. Si miramos y seguimos la historia contemplaremos una tierra muy lejana donde el muro se allana y desaparece y el camino aparece como único, sin muros que lo separen.
En ese mundo griego este muro no existe y esto demuestra que mirando hacia atrás con profundidad se puede aprender mucho de esta atractiva unidad original.
En el contexto de lo mencionado radica mi interés por los escritos biológicos Aristóteles y que en mi parecer han caído en un injustificado olvido. Quizás como manifiesta Ester Sánchez en la introducción del libro de Aristóteles ”Reproducción de los Animales” la causa del poco interés pueda encontrarse en que eran consideraros, sin razón, como simples tratados de biología independiente y desconectados de la obra filosofita de Aristóteles.
Es Aristóteles que le da relevancia al conocimiento, cuando uno observa como el a destacado la biología en forma comparativa como sus experiencias y observaciones son de un elegancia y profundidad científica que algunas de ellas son redescubiertas por la ciencia contemporánea sin mencionar al autor original.
En este sentido bajo la mirada Aristotélica se tratara de analizar algunos cambios graduales de un periodo al siguiente; otros cambios más abruptos, son conocidos a menudo como “revoluciones científicas”. Pero: ¿son estos cambos representativos de la realidad? Cual ha sido su importancia real en el tiempo. ¿Cuánto de real y cuanto de falaz hay en cada uno de estos cambios?
La ciencia en las mentes de demasiados científicos, es considerada como una nueva secuencia de descubrimientos o, aún peor, como un paso hacia la innovación tecnológica.

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