jueves, 11 de noviembre de 2010

Luciana no fue!

Fue una sorpresa, una verdadera sorpresa, cuando atendí el teléfono y oí la vos de Luciana clara como siempre, firme, decidida, 30 años sin escuchar su voz, sin verla. Despues de las preguntas de rigor, como estas? que es de tu vida? etc. etc. Luciana me conto cual era el motivo de su llamada, amigos comunes de las epoca de militancia se encontrarían en para tomar y comer alguna cosa y recordar viejos tiempo. Acepte inmediatamente. Recordaba a Luciana como si la ultiman vez que la hubiese visto hubiese sido ayer. Sus ojos verdes, profundos, su cuerpo maravillosamente esculpido, su pelo negro y largo, su piel blanca y sus labios rojos, recordaba el solerito floreado y liviano que ella llevaba el primer día que salí con ella una tarde de verano, caminamos por parque Centenario y nos sentamos a charlas e intercambiar opiniones sobre política en el bar El Balón, si ese bar simple que está en Gaona esquina Bolivia. Era ella una militante fuerte, clara, su oratoria era magnifica, dificilmente el que la escuchaba no se convencía de lo que ella proponía, argumentaba con solidez con conocimiento histórico, citaba a varios filósofos y politólogos con una certeza absoluta, palabra por palabra parecían elaboradas durante días y no, eran espontáneas le salían de su alma en ese momento. Era definitivamente una mente brillante.
Le conté a Carlos sobre lo entusiasmado que estaba por el hecho de encontrarme con mis compañeros, los que quedaron de esa época trágica de nuestra historia, claro que con todos, pero especialmente con Luciana.
El sábado me desperté temprano, ya estaba, como siempre, un poco ansioso por el encuentro. Llegue a la hora marcada 21 horas en el restaurante Campo Di Fiori, solíamos en las buenas épocas comer juntos en ese restaurante. Ya estaba José, Francisco, Graciela y Marcelo, abrazos, lágrimas, todos siempre pensando en los que no estaban. Estaba sentado del lado de la ventana que da a la calle Venezuela, y ahí la vi descender de un BMW gris, le dio un beso al hombre que manejaba y entro al restaurante. Saludo a todos, pero a mí, de forma especial, me dio un fuerte abrazo, tanto tiempo, que bien que estas, que bueno verte, siempre estoy pensando en los tiempos vividos juntos. Comenzamos las conversaciones, vino por medio, la comida pedida, y claro cada uno establecía su actual postura sobre situaciones que vivió y viví el país el mundo y América Latina en particular. Todos teníamos más o menso las mismas ideas, estábamos viviendo, pensábamos un periodo especial en el continente, muy esperanzador. Sorprendentemente Luciana se manifestó opuesta a casi todo lo que pensaba en el tiempo que vivimos juntos, claro, cualquiera puede cambiar de idea dentro de la ideología progresista que nos signo en la vida. Luciana decía que nuestra generación estaba equivocada, la igualdad no existe ni debe existir, necesitas tener una persona que limpie tu casa, dijo, que corte el pasto, que limpie la piscina de la casa de campo, concorde con algunas cosas, claro en una sociedad organizada cada uno debe hacer su parte le conteste, pero todo el mundo debe tener derecho a la libre educación, a la salud, a tener trabajo, comida, a criar a sus hijos con dignidad. Luciana contesto, esto es un charla de café, sabes la izquierda fracaso, me parece que no te enteraste, te quedaste en el 70, estamos en un mundo de derecha capitalista y que queras que te diga a mí me gusta. Créeme la izquierda está muerta remato. No hable ni una palabra más, termino la cena, ella me convido a tomar un café, me vio algo consternado, no acepte y regrese a mi casa pensando que buenos que me quede en el 70.
Al día siguiente Carlos me telefoneo, y como te fue, como estaba Luciana, dale decime la verdad?.
Queres que te diga la verdad Carlos, Luciana no fue, no fue al restaurante.

Poeta de Luna

Cassino, noviembre de 2010

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