Llegue a Cassino, nuevamente a la soledad de este lugar, la soledad que acompaña, que hace de las cosas que a uno lo rodean cosas que parecieran tener vida, ilusoria, pero vida al fin.
Sentí saudades de ustedes y la necesidad de escribirles esta carta. Pensé escribirles a cada uno por separado y luego decidí hacerlo de las dos formas primero a todos juntos y luego a cada uno de ustedes por separado, por que creo que a todos tengo ganas de decirles lo que siento y cada uno en forma independiente, por que a cada uno necesito decirles cosas diferentes.
Hoy en este mundo acelerado materialista donde nada importa más que cuanto cotiza el dólar, si callo o subió la bolsa de Tokio de San Pablo o de Buenos Aires, En ciudades donde la gente camina mirando hacia abajo, donde nunca se mira el cielo donde los lazos solidarios se han roto, como siempre uno encuentra la felicidad en las cosas pequeñas de la vida, esos encuentros de los cuatro que comenzaron con mi vieja afinidad con uno de ustedes, por mi encuentro en el Instituto Osvaldo Cruz en Rio con Eduardo, y que se profundizo por una briga , cuestiones para mi no de la casualidad sino, como buen Kunderiano que soy, se las atribuyo a la causalidad (causa- efecto- resultado) incluida dentro del misterio de la vida donde las cosas suceden por algo aunque no lleguemos a definir ni a comprender ese algo.
Les decía la importancia de resaltar las “pequeñas cosas de la vida” en el “Pensamiento Complejo” de Edgar Morin se manifiesta claramente lo que se denomina: “El poder de lo pequeño”. La suma total de los pequeños esfuerzos cotidianos, libera indudablemente bastante más energía en el mundo que las hazañas heroicas singulares. Nuestro poder fue el poder de lo pequeño, nada grandioso solo dos mujeres y dos hombres conversando de la vida, concordando que la felicidad esta hecha de cosas pequeñas.
Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
Otra de las controversias en torno a este tema es dónde buscar la felicidad, si en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones internas. Aún hoy es difícil responder a esta cuestión, en lo personal creo entre ambos, en un equilibrio cuidadoso. Por esta razón, y desde un punto de vista psicológico, el estudio del bienestar subjetivo parece preferible al abordaje de la felicidad.
La felicidad, concepto con profundos significados, incluye alegría, pero también otras muchas emociones, algunas de las cuales no son necesariamente positivas (compromiso, lucha, reto, incluso dolor).
Es la motivación, la actividad dirigida a algo, el deseo de ello, su búsqueda, y no el logro o la satisfacción de los deseos, lo que produce en las personas sentimientos positivos más profundos, en resumen tener proyectos más o menos claros. No es este el momento pero podría dar muchos ejemplos de pacientes que sufren enfermedades orgánicas (no psíquicas) y cuando crean un proyecto y lo sienten propio mejoran sustancialmente o se curan, no necesariamente un proyecto faraónico, hacerse la parrillita en el fondo de su casa, tener un acuario, inventar alguna cosa y perfeccionarla, y ni te cuento cuando el proyecto esta encadenado y se transforma en un proyecto de vida.
Cuando como científico comprendí el mundo biológico, por que en un momento cuando uno estudia por años una ciencia biológica no termina de comprender, de repente de la nada aparece la luz y uno comprende totalmente el ciclo de la vida, cierra todo. Cuando uno comprendió el ciclo de la vida desde lo biológico aparecen preguntas, preguntas estas que no pueden responder la propia ciencia, un agnóstico a que recurre?, a la filosofía no a la religión.
Sin duda a la vida hay que darle un sentido no científico, para ciencia ya tenemos bastante con nuestro trabajo cotidiano, ese sentido debe ser filosófico. Ahora cito a Aristóteles “La felicidad es la suprema justificación de la vida del hombre” escrito entre el 384 AC-322 AC y hay que buscarla, a mi me parece que mucha gente que te dice “soy feliz, refeliz” en realidad no lo es, en esta “aldea globesa”, todo se consume, todo se materializa, todo tiene un precio en ese contexto de hipocresía pareciera que lo escrito por Aristóteles pierde absoluto valor y vigencia, pero para mi la sigue teniendo.
Y lo que encontré en ustedes, mis amigos, desde hace mucho tiempo, es su sentido ético de la vida. El sentido más antiguo de la ética estaba relacionado con el concepto de morada, es decir, el lugar donde se habita, luego, referido a los hombres o a los pueblos se aplicó a sus países, Heidegger la define como “el pensar que afirma la morada del hombre”, cuando uno sufre por algún motivo vuelve la mira atrás a la morada original para bucear en el pasado buscando las cosas agradables para neutralizar las desagradables.
Y entre nosotros esta presente el amor, no lo defino, no digo nada sobre el amor, no es esta una declaración de amor ni deja de serla, esta ahí, el amor esta en cada mirada de una hombre y una mujer buena con bondad y apertura. Platón manifiesta “La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco” y San Agustín sentencia “Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama”.
Deseo y espero que esta no sea la última vez que nos encontremos, independientemente del devenir de nuestras vidas si no rescatamos los valores primarios, estamos sin duda condenados y perdidos.
Cassino 21 de noviembre de 2008
Sentí saudades de ustedes y la necesidad de escribirles esta carta. Pensé escribirles a cada uno por separado y luego decidí hacerlo de las dos formas primero a todos juntos y luego a cada uno de ustedes por separado, por que creo que a todos tengo ganas de decirles lo que siento y cada uno en forma independiente, por que a cada uno necesito decirles cosas diferentes.
Hoy en este mundo acelerado materialista donde nada importa más que cuanto cotiza el dólar, si callo o subió la bolsa de Tokio de San Pablo o de Buenos Aires, En ciudades donde la gente camina mirando hacia abajo, donde nunca se mira el cielo donde los lazos solidarios se han roto, como siempre uno encuentra la felicidad en las cosas pequeñas de la vida, esos encuentros de los cuatro que comenzaron con mi vieja afinidad con uno de ustedes, por mi encuentro en el Instituto Osvaldo Cruz en Rio con Eduardo, y que se profundizo por una briga , cuestiones para mi no de la casualidad sino, como buen Kunderiano que soy, se las atribuyo a la causalidad (causa- efecto- resultado) incluida dentro del misterio de la vida donde las cosas suceden por algo aunque no lleguemos a definir ni a comprender ese algo.
Les decía la importancia de resaltar las “pequeñas cosas de la vida” en el “Pensamiento Complejo” de Edgar Morin se manifiesta claramente lo que se denomina: “El poder de lo pequeño”. La suma total de los pequeños esfuerzos cotidianos, libera indudablemente bastante más energía en el mundo que las hazañas heroicas singulares. Nuestro poder fue el poder de lo pequeño, nada grandioso solo dos mujeres y dos hombres conversando de la vida, concordando que la felicidad esta hecha de cosas pequeñas.
Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
Otra de las controversias en torno a este tema es dónde buscar la felicidad, si en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones internas. Aún hoy es difícil responder a esta cuestión, en lo personal creo entre ambos, en un equilibrio cuidadoso. Por esta razón, y desde un punto de vista psicológico, el estudio del bienestar subjetivo parece preferible al abordaje de la felicidad.
La felicidad, concepto con profundos significados, incluye alegría, pero también otras muchas emociones, algunas de las cuales no son necesariamente positivas (compromiso, lucha, reto, incluso dolor).
Es la motivación, la actividad dirigida a algo, el deseo de ello, su búsqueda, y no el logro o la satisfacción de los deseos, lo que produce en las personas sentimientos positivos más profundos, en resumen tener proyectos más o menos claros. No es este el momento pero podría dar muchos ejemplos de pacientes que sufren enfermedades orgánicas (no psíquicas) y cuando crean un proyecto y lo sienten propio mejoran sustancialmente o se curan, no necesariamente un proyecto faraónico, hacerse la parrillita en el fondo de su casa, tener un acuario, inventar alguna cosa y perfeccionarla, y ni te cuento cuando el proyecto esta encadenado y se transforma en un proyecto de vida.
Cuando como científico comprendí el mundo biológico, por que en un momento cuando uno estudia por años una ciencia biológica no termina de comprender, de repente de la nada aparece la luz y uno comprende totalmente el ciclo de la vida, cierra todo. Cuando uno comprendió el ciclo de la vida desde lo biológico aparecen preguntas, preguntas estas que no pueden responder la propia ciencia, un agnóstico a que recurre?, a la filosofía no a la religión.
Sin duda a la vida hay que darle un sentido no científico, para ciencia ya tenemos bastante con nuestro trabajo cotidiano, ese sentido debe ser filosófico. Ahora cito a Aristóteles “La felicidad es la suprema justificación de la vida del hombre” escrito entre el 384 AC-322 AC y hay que buscarla, a mi me parece que mucha gente que te dice “soy feliz, refeliz” en realidad no lo es, en esta “aldea globesa”, todo se consume, todo se materializa, todo tiene un precio en ese contexto de hipocresía pareciera que lo escrito por Aristóteles pierde absoluto valor y vigencia, pero para mi la sigue teniendo.
Y lo que encontré en ustedes, mis amigos, desde hace mucho tiempo, es su sentido ético de la vida. El sentido más antiguo de la ética estaba relacionado con el concepto de morada, es decir, el lugar donde se habita, luego, referido a los hombres o a los pueblos se aplicó a sus países, Heidegger la define como “el pensar que afirma la morada del hombre”, cuando uno sufre por algún motivo vuelve la mira atrás a la morada original para bucear en el pasado buscando las cosas agradables para neutralizar las desagradables.
Y entre nosotros esta presente el amor, no lo defino, no digo nada sobre el amor, no es esta una declaración de amor ni deja de serla, esta ahí, el amor esta en cada mirada de una hombre y una mujer buena con bondad y apertura. Platón manifiesta “La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco” y San Agustín sentencia “Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama”.
Deseo y espero que esta no sea la última vez que nos encontremos, independientemente del devenir de nuestras vidas si no rescatamos los valores primarios, estamos sin duda condenados y perdidos.
Cassino 21 de noviembre de 2008