Apocalipsis Now es una adaptación muy libre de El Corazón de las Tinieblas. La idea de Milius era, en un principio, realizar una oda a la guerra y al militarismo - algo muy propio de él-, culminando con Kurtz y Willard como aliados, combatiendo el ataque aéreo que se menciona al final del film. En cambio Coppola lo transmuta completamente a lo opuesto, como un alegato anti belicista. El viaje de Willard es un descenso a los infiernos, algo más propio de la Divina Comedia de Dante, donde cada fase de la guerra es como uno de los anillos del Averno, y donde el avance hacia el interior solo sirve para descubrir peores cosas.
Es una visión demente y racista de la guerra. Uno puede ver que nadie está en sus cabales - desde Willard, absolutamente perdido en su cuarto de hotel y cuya única vida es la guerra; hasta los soldados haciendo surf en los ríos vietnamitas -. La manera en que obran va desde la despreocupación y el desdén por la vida humana, hasta la total abstracción en su propio mundo, todas actitudes de aceptación o rechazo frente a la masacre que los rodea. En general la mayor parte de los anillos de ese infierno termina por mostrar a los americanos como unos cretinos totales; desde el famoso Coronel Kilgore de Robert Duvall, que arrasa un pueblo entero con tal de poder surfear, hasta el festival Playboy - que es un centro comercial clandestino en plena selva -. Es demencia y es prepotencia. Sólo así se explica la fabulosa y terrible escena de la Cabalgata de las Valkirias, donde Kilgore extermina la aldea en su propio provecho.
Prácticamente todos los estamentos posibles de la guerra están visualizados en el film. Los soldados que viven drogados todo el tiempo; los nervios a flor de piel, que culminan con la matanza en el Sampán; el límite final con el puente sobre el río, donde absolutamente todos los soldados han perdido el juicio y disparan como locos a las sombras. Es caos puro y total.
En general las obras de los grandes directores suelen explicarse por sí mismas. Pasa lo mismo aquí con Coppola que con, por ejemplo, Kubrick. La narración cubre todos los aspectos posibles de la historia, sin demasiado margen para el análisis, y se viven en realidad como una experiencia. La dirección de Coppola es fantástica; comenzando por el largo y excelente clip de Willard en el cuarto de hotel, al ritmo de The End de The Doors, siguiendo por el carismático demente de Kilgore y llegando al clímax con Kurtz. La etapa final es directamente sicodélica - es como un estado mental masivo -. Kurtz se asume como sobrehumano, semi dios que debe cumplir su destino (al igual que Jesús) y acepta el sacrificio. También se puede interpretar que ha visto en Willard a un sucesor.
Si Apocalipsis Now tiene algunos peros, son menores. Estos pasan por Martin Sheen, que definitivamente no es el actor adecuado para el papel - le falta misterio, carece del physique du rol, y se ve como un enano, no como un asesino experto -. La elección original de Harvey Keitel debiera haber sido mucho mejor. La escena con el tigre es algo banal, y las secuencias con Marlon Brando se alternan entre lo brillante y lo incoherente. Mucho de sus diálogos son absolutamente improvisados, pero si bien encarna a un demente, le falta una pizquita de sal al personaje. Posiblemente tenga que ver con el enfoque que Coppola se vio forzado a tomar - el mostrar siempre a Brando aislado y en tinieblas, para no mostrar el exceso de peso del actor -, pero precisaba algunas reflexiones más sobre la guerra. Lo de Brando brilla cuando el actor se decide a interpretar las líneas del guión, como el excelente relato de los niños vietnamitas que fueron vacunados contra el polio. Y por supuesto la presencia molesta de Dennis Hopper, obviamente intoxicado y no actuando: una cosa es ver a un drogado real diciendo incoherencias, y otra es un actor interpretando a un drogado que dispara, entre sus locuras, reflexiones sobre la situación. Pero son detalles menores en vistas de la calidad final abrumadora del producto.
Es una visión demente y racista de la guerra. Uno puede ver que nadie está en sus cabales - desde Willard, absolutamente perdido en su cuarto de hotel y cuya única vida es la guerra; hasta los soldados haciendo surf en los ríos vietnamitas -. La manera en que obran va desde la despreocupación y el desdén por la vida humana, hasta la total abstracción en su propio mundo, todas actitudes de aceptación o rechazo frente a la masacre que los rodea. En general la mayor parte de los anillos de ese infierno termina por mostrar a los americanos como unos cretinos totales; desde el famoso Coronel Kilgore de Robert Duvall, que arrasa un pueblo entero con tal de poder surfear, hasta el festival Playboy - que es un centro comercial clandestino en plena selva -. Es demencia y es prepotencia. Sólo así se explica la fabulosa y terrible escena de la Cabalgata de las Valkirias, donde Kilgore extermina la aldea en su propio provecho.
Prácticamente todos los estamentos posibles de la guerra están visualizados en el film. Los soldados que viven drogados todo el tiempo; los nervios a flor de piel, que culminan con la matanza en el Sampán; el límite final con el puente sobre el río, donde absolutamente todos los soldados han perdido el juicio y disparan como locos a las sombras. Es caos puro y total.
En general las obras de los grandes directores suelen explicarse por sí mismas. Pasa lo mismo aquí con Coppola que con, por ejemplo, Kubrick. La narración cubre todos los aspectos posibles de la historia, sin demasiado margen para el análisis, y se viven en realidad como una experiencia. La dirección de Coppola es fantástica; comenzando por el largo y excelente clip de Willard en el cuarto de hotel, al ritmo de The End de The Doors, siguiendo por el carismático demente de Kilgore y llegando al clímax con Kurtz. La etapa final es directamente sicodélica - es como un estado mental masivo -. Kurtz se asume como sobrehumano, semi dios que debe cumplir su destino (al igual que Jesús) y acepta el sacrificio. También se puede interpretar que ha visto en Willard a un sucesor.
Si Apocalipsis Now tiene algunos peros, son menores. Estos pasan por Martin Sheen, que definitivamente no es el actor adecuado para el papel - le falta misterio, carece del physique du rol, y se ve como un enano, no como un asesino experto -. La elección original de Harvey Keitel debiera haber sido mucho mejor. La escena con el tigre es algo banal, y las secuencias con Marlon Brando se alternan entre lo brillante y lo incoherente. Mucho de sus diálogos son absolutamente improvisados, pero si bien encarna a un demente, le falta una pizquita de sal al personaje. Posiblemente tenga que ver con el enfoque que Coppola se vio forzado a tomar - el mostrar siempre a Brando aislado y en tinieblas, para no mostrar el exceso de peso del actor -, pero precisaba algunas reflexiones más sobre la guerra. Lo de Brando brilla cuando el actor se decide a interpretar las líneas del guión, como el excelente relato de los niños vietnamitas que fueron vacunados contra el polio. Y por supuesto la presencia molesta de Dennis Hopper, obviamente intoxicado y no actuando: una cosa es ver a un drogado real diciendo incoherencias, y otra es un actor interpretando a un drogado que dispara, entre sus locuras, reflexiones sobre la situación. Pero son detalles menores en vistas de la calidad final abrumadora del producto.